Reinvéntate con Beatriz

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martes, 22 de diciembre de 2015

¡No hay mal que por bien no venga!!!


Dice el dicho: "Nunca grites tu felicidad tan alto. La envidia tiene el sueño muy liviano...

Ser feliz es una decisión de vida.  La vida nos trae adversidades y depende de la perspectiva y la actitud con que las tomemos, podemos crecer y alimentar el alma, o entristecernos y amargarnos.  Cuando vemos una persona feliz, contenta, llena de vida, lo primero que pensamos es cuán fácil le ha sido la vida y seguramente ha recibido todo en bandeja de plata; nunca ha tenido problemas. 
 La mayoría de las veces la envidia surge de manera natural y automática, aunque lamentablemente casi siempre está equivocada.

Por lo general, esas personas que deciden ser felices, lo son justamente porque por el contrario, han tenido una vida con situaciones difíciles y las han enfrentado con una actitud positiva, de no dejarse vencer y por lo tanto han decidido que van a estar bien no importe lo que pase. 
 El NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA es el mantra de su existir.

Hay mucha gente feliz que en su infancia fue molestada, “bullied” en la escuela, llevando apódos groseros de sus compañeros y recibiendo de sus maestros o de sus familiares, expresiones como –No sé qué voy a hacer con esta chiquita, no se queda quieta nunca y pregunta y pregunta.– Simplemente  esa curiosidad  la  conlleva a situaciones insoportables  que la única salida es la introspección y buscar ser amiga de sí misma.
Traslada a la adolescencia el estigma de “siempre haciendo problemas” y a través de los años  lentamente se convierte en rutina el ser retada por todo y por todos. Si hace, ¿por qué hace?  Si no hace, ¿por qué no hace?  No hay manera de quedar bien y complacer a los demás.
En mi caso en particular, antes de encerrarme en mí misma y crearme una cárcel mental, como medida de supervivencia empecé a escuchar mi voz interna y a juzgarme yo.  Decidí que yo hago lo que está bien para mí.

Cárcel Mental.  ¿Cuántos de esos niños y adolescentes, han caído en no poder pensar, no poder soñar,   no poder ser ellos mismos porque la sociedad los señala y les dicta quiénes deberían de ser?  ¿Cuántos de ellos llevan en su vida adulta esta rutina y viven su vida en la cárcel mental?
Ya la sociedad de por sí nos envuelve en  lo que debemos TENER, en qué tenemos que HACER para vivir bajo las expectativas de nuestro ambiente y poder sobrevivir.
El salirse de esta cárcel mental es una decisión.  Simplemente eso- una decisión.  Es un cambio de actitud.  Hoy día vemos mujeres en jaulas de oro desesperadas por salir a volar y empezar una vida más simple tal vez, pero más auténtica.   
 “Si lo soñamos,  lo podemos lograr”  dijo J.F. Kennedy   Y así es.  Si soñamos y estamos convencidos que todo es posible,  sí se puede. 

Es sabido y confirmado que “lo que tenemos en la cabeza entre las dos orejas”  - cerebro y mente- es nuestro y nadie nos lo puede quitar.  La imaginación y nuestros pensamientos son propios. 
Nos pueden quitar cosas, trabajo, libertad de movimiento.   La imaginación, y el pensamiento, no nos los pueden quitar si no lo permitimos.

Las piedras en el camino también pueden ser escalones para subir, materia prima para esculpir y sobretodo material para construir. La alternativa para liberarse de esa cárcel  mental está ahí, es nuestra decisión.

La  fortaleza que adjudicamos  a las personas que a pesar de todas las adversidades han decidido ser felices, se resume casi siempre al que han empezado a escuchar más fuertemente su voz interna,  le han dado más importancia a su intuición y a su  instinto.  Esa es la voz  más poderosa.  Esa es la que está conectada con Dios.  Esa es la que se acuesta con nosotros todas las noches, se despierta con nosotros cada mañana y nos acompaña durante todas las horas del día. 
Esa voz es la que nos guía, la que nos pausa, esa es la voz interna que agradece y abraza absolutamente todo.  Esa es la voz que sabe que no importa lo que pase, vamos a estar bien. Esa es la voz que va creciendo en nosotros en un mundo lleno de adversidades que escucha constantemente el “no se puede”, el “¿otra vez haciendo problemas?”  A veces para algunos, para más de los que nos imaginamos, todo es hacer problemas:

El cuestionar es hacer problemas.
El opinar es hacer problemas.
El defenderse es hacer problemas.
Hasta el respirar es hacer problemas.
La  presencia en sí, ya es un problema.

De niños, a uno le hacen.  Y le hacen por ingenuidad, por confianza ya que los adultos tienen la autoridad y la “sabiduría”.
De grandes, uno se deja hacer.  Si uno decide ser feliz, de adulto NO otorga el poder a otros para que le hagan daño.  De grandes ya tenemos la capacidad analítica de cuestionar, de dar fuerza a la voz interna y al escuchar que estamos “haciendo mal” podemos preguntar- ¿SEGÚN QUIÉN?

Aprendamos a darle vuelta a las cosas.  A no escuchar sólo  lo que están diciendo, sino lo que quieren decir.  Lo que transmiten.  A escuchar lo que no nos dicen.
 Entendamos que cuando nos juzgan, están hablando de sí mismos.  Se están juzgando ellos mismos al ver en nosotros su propio reflejo.

En este mundo de adversidades y juicios externos luchemos siempre por tener la capacidad de vernos a los ojos en el espejo y apreciar lo que vemos.
Sintámonos orgullosos de haber mantenido siempre la dignidad, a pesar de todo. Uno es lo que piensa de sí mismo.  Al uno quererse y poder verse al espejo con amor sin importar lo que está pasando, VA A ESTAR BIEN.
Destruyamos esa cárcel mental. Aprendamos a soñar, a trasladarnos mentalmente a ese mundo de buena vibra que tanto anhelamos.  Ese mundo  existe. Está dentro de nosotros, dentro de nuestra mente y por lo tanto dentro de nuestro corazón.  Levantémonos todos los días agradeciendo que estamos vivos y carguémonos de amor y energía.

Los dejo con una imagen que durante mucho tiempo usé  mentalmente todas las mañanas, cuando más oscuro estaba, cuando más desolada me sentía.

Cada día, me levantaba agradecida y pasaba por la gasolinera a cargarme de amor para sentirme querida, y me cargaba de energía para enfrentar con buena vibra lo que me esperaba en el día.

Al final de cuentas, ¡NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA!


La vida no es los nos pasa, la vida es lo que hacemos con lo que los pasa.

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