Reinvéntate con Beatriz

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martes, 9 de mayo de 2017

Encendiendo la Luz


Está oscuro.  Muy oscuro.  Este camino parece un túnel hostil en donde no puedo ver luz.
En este camino me están atacando por todos lados.  Cada paso que doy luchando por ver un rayo de luz, es bloqueado por otro obstáculo.  Las únicas voces que escucho son del eco que repite y repite: buena para nada, inútil, solo hace lo que no  sirve, usted está solo para hacer problemas.

Siento la humedad, el frío.  Tal vez es mi propio sudor ante la hostilidad.

La ansiedad y la frustración se han estado apoderando de mí  Cuánta desesperación.  La verdad no sé si quiero salir del túnel.  No quiero ver  nadie.  Me avergüenzo y tal vez esté más segura acá - sola, donde nadie me vea.

Nadie me vea- eso es una ilusión.  No existe el donde nadie me vea.  Aunque yo no quiera ver a nadie, siempre me ven.

A lo lejos, a la derecha veo una luz tilitante.  La emoción se apodera de mí y corro hacia la luz por miedo a que se desvanezca.  Una luz de esperanza en donde a búsqueda del apoyo es toda la ilusión que me acobija.  Tal vez un poco de aprobación también.

Me relajo, me acerco y llena de confianza y optimismo me acerco lentamente, cuidadosamente a encontrarme con una luz externa.  Una luz que se desvanece de repente cuando me acerco, como si mi presencia mereciera solamente oscuridad.  La veo, la huelo, la escucho.  Sabe a decepción y se siente como traición.

Una traición más como todas aquellas a las que acudí en busca de iluminación y lo que recibí  fue solamente más oscuridad.

Pero qué lindo aprendizaje obtuve de esta última luz.  Me hizo sentir viva de nuevo al olvidarme de la oscuridad y empezar a correr de nuevo por mido a  perderla.  Puedo correr en la Oscuridad!!! y puedo ilusionarme cuando veo luz....!  Puedo tener esperanza, confianza cuando veo luz.  Sí.  Ilusión, esperanza, confianza.

Me detengo en el camino y   al volver a ver a una de las paredes, el brillo de mis ojos se reflejan como nunca antes los vi brillar en una luz que iluminaba más fuerte que cualquiera.
Una luz que alumbra mi alrededor, 360 grados.  Una luz tenue que al sonreírle yo, cobra más intensidad.  Empecé a jugar con esa luz.  Podía regular su intensidad con mi sonrisa.
Entre más sincera y auténtica era, más fuerte iluminaba.

En un abrir y cerrar de ojos mi camino se empezó a llenar de luz, de esa luz blanca que integra todos los colores como si fuera un arco iris compactado.

Ese brillo se reflejaba en mi silueta, salía por los ojos, la sonrisa era constante.  El sentimiento de satisfacción y realización están presentes en todo momento.  Una sensación de paz y tranquilidad se apoderan de mí.

Mi corazón empezó a latir fuertemente aunque pausado, como el corazón de un bebé que recién empieza a vivir.  La respiración acompaña al ritmo perfecto creando una danza armoniosa alrededor de cada suspiro, de cada latido.

Y es AQUI , en este momento de perfección que veo que esa luz que mis ojos proyectan viene de ADENTRO.  Es en este momento de introspección que entiendo que no son las luces externas las que iluminan mi camino.  Esas lucen tilitan, se apagan, se desvanecen.

Es en esa danza donde entiendo que acaba de encender MI LUZ, la mía propia, la que tengo yo el poder de encender o apagar, de dirigirla hacia donde quiero que ilumine.
Esa es mi luz.  Significa que mientras la reconozca, la acepte e integre no habrán más caminos oscuros. La luz la tengo yo. LA LUZ SOY YO.

La luz atrae más luz.  En ese momento  preciso en que encendí mi luz entendí que la oscuridad no existe más para mí.

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